Entender los procesos por los que pasa el café una vez tostado te ayudará a manipularlo y conservarlo de forma adecuada para que, cuando llegue el momento de beberlo, disfrutes de todos los aromas y matices de un buen café.
Veamos cómo se conserva el café.
ALMACENADO DEL CAFÉ
En el proceso de tueste, los granos de café desarrollan gran cantidad de gases en su interior. Por este motivo, el café recién tostado, se deja reposar unos ocho días para conseguir su desgasificación.
En Siboney tostamos nuestros cafés a un punto medio, con lo que conseguimos que mantengan sus aromas y matices unas tres o cuatro semanas (los tostados a punto alto sólo 2 semanas).
Los granos se envasan al vacío para evitar su oxidación. Nuestros paquetes llevan una válvula de aire que permite la salida del dióxido de carbono interior, pero impide la salida de oxígeno exterior.
La frescura del café depende de la fecha de su tostado, no de su recolección, y se calcula que sus propiedades empiezan a anularse a partir de los diez-quince días después de su tueste.
MOLIDO DEL CAFÉ
También es importante tener presente que, una vez molido, el proceso de oxidación del café se multiplica por cinco. Lo ideal es conservarlo en grano y moler solo la cantidad que se vaya a consumir en ese momento.
Si no dispones de molinillo, entonces, compra el café molido en pequeñas cantidades, asegurándote de que el café sea molido en el momento de la compra y que haya sido tostado en un período no superior a los quince días.
CONSERVACIÓN DEL CAFÉ
Aire, humedad, calor y luz son los cuatro factores que debes evitar para conservar adecuadamente tu café.
Mantén el paquete cerrado hasta que se vaya a consumir y, una vez abierto, guarda el café en frascos herméticos y opacos (link a Airscape), alejado de la luz y a una temperatura entre los 14 y 20ºC.
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